domingo, 26 de mayo de 2019

ESTABILIZAR EL CANAL (SOSTENER LA ENERGÍA)


Hasta el Nivel de Reiki II, nosotros conectábamos con la energía álmica universal de manera intermitente, sólo cuando la necesitábamos para sanar.

En cuanto nos olvidamos de aplicar Reiki en lo cotidiano, inconscientemente desconectamos y regresamos a la “comodidad” del Ego, limitando nuestra evolución personal a los momentos en que actuamos como reikistas.

Una vez catado el flujo sincrónico es probable que queramos seguir adelante, pues vivir una aventura nos gusta mucho.

Aquí empieza a sentirse ya un poco el Compromiso (sin necesidad por ello de pasarse obligadamente al sendero de la Realización).

Para ello, nuestra única opción es convertirnos en un canal permanente.

Lo primero a recordar es conectar con la energía nada más levantarse de la cama por las mañanas, antes de hacer cualquier otra cosa, y recomiendo muchísimo hacer taichi o yoga, en especial la Técnica de REIKI EN MOVIMIENTO.

Cuando nos movamos lo haremos a través del Hara: es nuestro centro de gravedad y el almacén de energía vital, así que conviene movernos con ligereza tomando el Hara como referencia. Además, moviendo todos los músculos, todas las mañanas, estaremos más abiertos a recibir toda la energía que haya disponible, igual que hacen los gatos al desperezarse. Podemos inventar nuestros propios movimientos si lo deseamos. Con el tiempo veremos incluso que el cuerpo se mueve en un nivel de coordinación más alto y lo conoceremos mejor.

Lo segundo a hacer es conectar con el Espíritu, valorar nuestra emoción de Amor para comprobar que estamos bien conectados, y mantener la “expectativa” y confianza de que seguiremos estando conectados en el futuro, lo cual se llama “Fe”. De este modo, no sólo conectamos ahora, sino que extendemos esta conexión adelante en el tiempo para facilitar esa conexión día a día.

El contacto con el Espíritu se refuerza mediante la práctica de la Meditación y de la Oración, con lo que desarrollaremos una emoción base de Amor compasivo, típicamente budista, símbolo de ese contacto permanente con nuestra esencia espiritual y divina.

Lo tercero es cuidar nuestra alimentación. Hay unos alimentos que nos ayudan a mantener la armonía interior, y otros que tienden a crear desarmonía.

No tengo ninguna intención de dictaminar qué tiene que comer cada uno, ni mucho menos; la mayoría de los médicos se ponen de acuerdo en decir que hay que comer de todo, y no voy a ponerlo en duda.
Pero sí quiero hablar de otros puntos de vista, y luego que cada uno elija qué hacer.

Antropológicamente no estamos preparados para asimilar algunos alimentos: no tenemos uricasa, la enzima que disponen todos los carnívoros y la mayoría de los omnívoros para poder descomponer el ácido úrico que se produce como consecuencia del consumo de carne; los intestinos de un carnívoro son sólo tres veces el largo de su tronco, están preparados para una rápida expulsión de los alimentos que se pudren con más facilidad y rapidez (alimentos como la carne), mientras que los intestinos nuestros son similares a los de un herbívoro, midiendo doce veces la longitud del tronco y asimilando lentamente los alimentos para tratar de tomar el máximo de nutrientes posibles (lo que significa que si los alimentos dejan residuos ácidos estos pasan a la sangre en mayor proporción); al mismo tiempo, los bolos alimenticios de una dieta carnívora al pasar tanto tiempo en los intestinos acaban fermentando y eso hace que asimilemos sustancias tóxicas; el hígado nuestro elimina entre diez y quince veces menos ácidos que otros animales no herbívoros; para tratar los ácidos nuestro cuerpo pone en hiperfunción al hígado y al bazo, y además utiliza las reservas que tiene de minerales alcalinos como por ejemplo el calcio, con lo que hace que paradójicamente el consumo de alimentos como la leche de vaca sea precursor de osteoporosis; la reacción de dichos minerales con los ácidos produce sales como el urato de calcio que luego se acumulan en los tejidos blandos y en las arterias y pueden producir arteriosclerosis u otras disfunciones; nuestra saliva tiene ptialina, una sustancia química que digiere los almidones y que no tiene la saliva de los animales que están más adaptados a la digestión de proteínas animales.

Hay un largo etcétera, como por ejemplo la cantidad de porquería que le echan a los animales y que luego se acumula en su carne y pasa a nuestro cuerpo.

Para no alargar más el tema de la alimentación, resumiré que los alimentos que acidifican el cuerpo son las carnes (y en general, los productos que vienen de animales), las harinas muy refinadas o las que vienen del trigo, los alimentos que llevan gluten, el café, el alcohol, algunas frutas muy concretas como el plátano (por el tipo específico de azúcares que lleva), el azúcar refinado (el integral tiene minerales necesarios para nosotros), las comidas pesadas, las comidas demasiado cocidas o las muy procesadas.

En cambio, los alimentos alcalinos suelen ser más verdes, más frescos y más “vivos”, como la mayoría de las verduras y sus jugos. Si los médicos dicen que hay que comer de todo imagino que será saludable siempre y cuando haya más proporción de alimentos alcalinos que acidificantes en nuestra dieta, lo cual no significa que hay que dejar de comer carne, pero sí que tendría que representar un máximo de un 9% de nuestra dieta. Hay que usar el sentido propio y no es recomendable pasarse a ningún extremo.

Por sobre todos los consejos debes realizar los cambios cuando estés en sintonía con tu alma, trátate bien en tu evolución a la consciencia maestra.


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